Amén, Francisco responde

La muerte del Papa Francisco tomó por sorpresa al mundo entero. El domingo todavía participaba en las celebraciones de Semana Santa y el lunes, falleció. Fue un Papa revolucionario, dentro de una institución tremendamente conservadora. Se aventuró a intentar corregir el escándalo de “VatiLeaks”, cuyos documentos revelaron irregularidades, corrupción, chantajes a obispos homosexuales y diversos escándalos sexuales al interior de la Santa Sede. Quiso representar un poco a todos, o al menos, no dar a nadie un portazo y se pronunció a favor de abrir las puertas de la iglesia a personas LGBTTI. “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?” El problema no es tener esta tendencia, decía, seamos hermanos. Y supongo debía decir eso para estar en concordancia con la realidad al interior de la Iglesia.
A Francisco se le “vino el mundo encima” al afrontar una de las mayores crisis de la Iglesia de la edad moderna, cuando comenzaron a entrevistarle entorno a la homosexualidad dentro del vaticano. No es ningún secreto para nadie la gran cantidad de “gais” que existen a su interior. En 2019, el sociólogo francés Frédéric Martel publicó el libro “Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano” donde afirma que cerca del 80% de los sacerdotes son homosexuales. “Para formar parte del Vaticano más vale cumplir con un código, el “código del armario”, que consiste en tolerar la homosexualidad de los sacerdotes y los obispos, disfrutar de ella si se da el caso, pero mantenerla siempre en secreto”. “Ser gay en el clero es formar parte de una especie de norma”. “Conforme se asciende en la jerarquía católica, la proporción de homosexuales aumenta”. Después de celebrar misas y colgar sus sotanas en algunas de las tantas iglesias de la Ciudad Santa, “miles” de curas salen a disfrutar de la noche gay de Roma. Luego en 2024 saldría la noticia de las nuevas directrices en Italia que permiten a hombres abiertamente homosexuales ingresar a los seminarios, siempre y cuando sean célibes y no practiquen la homosexualidad.
El Papa tenía una idea fija sobre los católicos y sacerdotes conservadores -llamó así a quienes se oponían a los cambios, a alguien que se aferra a algo y no quiere ver más allá. Recibió por ello múltiples críticas. Destacó entonces la necesidad de un equilibrio entre la tradición con la necesidad de adaptarse a los tiempos modernos. “La iglesia debe evolucionar para seguir siendo relevante y significativa ante las necesidades del mundo moderno”.
Vi nuevamente el documental “Amén, Francisco responde” donde aparece cara a cara con 10 jóvenes de varias partes del mundo. Su objetivo era conversar y trasmitirle las principales preocupaciones de su generación. Sexualidad, aborto, identidad de género, migración, el papel de la mujer en la iglesia, esclavitud moderna y otros temas fueron los abordados. “Cualquiera de nosotros puede cambiar las estructuras, si es justo lo que queremos”, les dijo el Papa.
Hay una batalla ideológica que se libra en el Vaticano entre tradicionalistas y liberales. Son seis los cardenales “favoritos” que podrían suceder al Papa. Unos son de la misma ideología de Francisco y otros, opuestos a las reformas. Esperemos que el próximo pontífice pueda estar a la altura de Francisco y continúe con la adaptación de la tradición al mundo moderno.