Juicio Político

Viñedos Don Leo

Viñedos Don Leo se cuece aparte. Antes de llegar se vive una experiencia exótica porque se encuentra casi en el fin del mundo, o al menos eso es lo que sentí al recorrer ese bosque desértico de árboles de palma pita donde, además, se reproduce el bisonte americano y vislumbré un venado de cola blanca. Llegar es una odisea que aumentará su sed vinífera, pues tiene usted que volar a Monterrey, dirigirse al pueblo de Parras, 30 minutos más de carretera, 10 de terracería y, al fin, la vista, el olfato y el gusto llegan al paraíso. Don Leo es uno de los 11 viñedos más extremos del mundo, porque está ubicado a 2100 metros al nivel del mar.

La arquitectura moderna de la bodega, las montañas que rodean el viñedo y el lujo de las salas, lo dejan a uno sin habla. Y por si fuera poco un museo dedicado a los padres de los propietarios. Usted sabe que me gusta el vino en el mismo nivel que el amor y los museos, porque los tres son el consuelo de que la vida, efímera, no fue en vano, así que esta exposición de recuerdos, la foto de los abuelos, el auténtico Don Leo que arribó a América en 1938, para evitar la horrenda guerra que se avecinaba, me flipa. Es el museo de mis sueños por breve y directo, tiene una línea del tiempo que nos platica la historia vitivinícola en México, luego su propia vida como viñedo, los tipos de madera que se usan para añejar, un mapamundi de las zonas de vino en el mundo, tipos de vid, y sus etiquetas a degustar.

El logro más grande, como bodega, es que su cabernet gran reserva 2013 que duró alrededor de dos años en barrica y cinco en botella fue galardonado con el trofeo más importante del Concours International des Cabernets, como el Mejor Cabernet Sauvignon del Mundo en el 2020.

Mi etiqueta consentida de esa bodega es el Don Leo Stellar, un blend de blancos semi dulce que tanto cautiva de aperitivo como de digestivo y hace brillar el alma, pero claro para un banquete especial está un Lindé Shiraz de excelente precio. Hay mucho que contar sobre esta Bodega.

Estimado vinófilo, vinófila, este viaje al pueblo Mágico de Parras no puede esperar: empaque a su gran amor o busqué uno en Tinder, no sé ve bien brindando solo, pero vaya y viva la experiencia.

Sígame en mis redes de Facebook Del vino y otros amores o en Vínicola Diez González, mándeme un msj y le invito una copa de mi último blend de Shiraz con Zinfandel que me quedó para chuparse los labios.

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