Juicio Político

Construir el futuro con dignidad y justicia social: Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030

En tiempos donde muchos países enfrentan retrocesos democráticos, desigualdad creciente y crisis ambientales, México se atreve a soñar y lo hace con los pies en la tierra y el corazón puesto en su gente. Con la presentación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030, nuestra nación avanza con convicción hacia un nuevo capítulo de transformación profunda, guiada por la visión de una mujer comprometida, científica y humanista: la presidenta Claudia Sheinbaum.

Este Plan Nacional de Desarrollo es la consolidación del Humanismo Mexicano como doctrina de gobierno. Es la muestra de que se puede gobernar con principios, que se puede planear con ética y que se puede crecer con justicia social. Porque sí: ya no se trata solo de administrar el país, sino de transformarlo para las mayorías, para quienes fueron ignorados por décadas de neoliberalismo rapaz.

Hoy, gobernar implica dignificar. Y eso se refleja en cada página del plan: desde el compromiso con los salarios justos, pasando por la consolidación del IMSS-Bienestar, hasta el impulso a las energías limpias, la educación gratuita y de calidad, la ciencia al servicio del pueblo y el reconocimiento pleno de los derechos de mujeres, indígenas y jóvenes.

El PND articula cuatro ejes generales y tres transversales que tocan lo más sensible de la vida pública: Gobernanza con justicia y participación ciudadana, Desarrollo con bienestar y humanismo, Economía moral y trabajo, Desarrollo sustentable, Igualdad sustantiva y derechos de las mujeres, Innovación pública para el desarrollo tecnológico nacional, Derechos de las comunidades indígenas y afromexicanas.

No se trata solo de retórica porque establece acciones concretas: construcción de viviendas accesibles, becas universales para estudiantes, fortalecimiento del sistema de salud, trenes de pasajeros que conectarán regiones olvidadas y una reforma judicial histórica para que la justicia deje de ser privilegio de unos cuantos.

Aquí no hay simulación. Hay visión. Hay un rumbo claro que parte de un principio sencillo pero poderoso: Por el bien de todos, primero los pobres. Esa frase no es una consigna política, es una ética de Estado.

Los programas sociales que benefician a millones de familias, se amplían de manera importante con la incorporación de las mujeres de 60 a 64 años, la atención domiciliaria para adultos mayores y las becas para estudiantes de educación básica en escuelas públicas, y esto se está logrando porque se hacen valer los derechos de los mexicanos, en un país donde el pueblo vive con dignidad, también florecen los negocios, el arte, la ciencia y la paz.

La presidenta Sheinbaum lo ha dicho con claridad: la prosperidad no puede medirse solo en cifras macroeconómicas, sino en la sonrisa de un niño que recibe beca, en el acceso al agua limpia, en una madre trabajadora que por fin cuenta con un sistema nacional de cuidados. Eso es desarrollo. Eso es justicia social.

Este Plan Nacional de Desarrollo no es el fin, sino el instrumento. El verdadero protagonista es el pueblo organizado, consciente, participativo. Por eso el plan fue construido desde abajo, en foros abiertos, escuchando a más de 50 mil voces en todo el país. Porque la planeación democrática no se decreta: se ejerce.

Como legislador federal, respaldo plenamente este proyecto de nación que responde a un grito colectivo que se negó a seguir aceptando el abandono y la desigualdad. En este momento decisivo de constantes transformaciones internacionales, México nos exige unidad y acción. Tomar acción para cuidar lo que tenemos, pero también diversificar para fortalecer la economía de nuestro país.

Por ello nuestra Presidenta lanzo el ambicioso Plan México que vendrá a impulsar el desarrollo de nuestro país, se trata de 18 programas y acciones de las cuales escribiré en mi siguiente entrega.

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