Juicio Político

La mujer y el arte

El pasado jueves 20 de marzo tuve la oportunidad y el agrado de asistir a una exposición de arte titulada “de polvo de estrella a gota de agua: mujer”, donde se presentaron los trabajos artísticos del talento femenino local y regional. Artistas plásticas de Juárez, Chihuahua capital y nuestra vecina ciudad de El Paso, quienes conforman el colectivo llamado “Desierto, refugio sin fronteras”, se dieron cita en el simbólico Museo de el Chamizal, lugar donde se llevó a cabo la muestra con la presencia distinguida y estimulante de sus autoras.

La exposición de estas obras tuvo como eje central el complejo, necesario y vanguardista tema de la mujer que hoy atraviesa con mayor fuerza y determinación el corazón de nuestra época. Las temáticas abordadas, siempre abiertas a las más diversas interpretaciones, tal y como lo exige democrática y humanísticamente el arte, partieron de la posición de la mujer tanto en la cultura como en la naturaleza. Ambas dimensiones de la vida humana, constitutivas de nuestro ser, cuyo dinamismo imparable ofrecen interminablemente la oportunidad de crearnos y recrearnos en razón de la necesidad ética de sobrevivir dignamente en contextos generalmente adversos y hostiles. El arte es precisamente esa oportunidad de creación y recreación.

La inspiración de las obras, de acuerdo con lo que se observó y se escuchó en voz de sus propias autoras, no ha sido otra cosa más que “la realidad suprema”, es decir, lo que desde la filosofía y la sociología se comprende como la vida cotidiana de cada una y uno de nosotros. Una cotidianidad que para la mujer ha sido significativamente distinta tanto cultural, como política, económica e históricamente. La realidad de cada mujer, que se fragua en la cotidianidad de su acontecer diario le ha impuesto severos retos desde el mito de su creación o desde los inicios de su evolución. La mujer los ha sorteado todos con estoicismo, determinación, sublevación y transformación, apoyándose siempre en uno de sus aspectos más característicos: su vocación artística.

El arte, como lo ha demostrado este colectivo de artistas plásticas, es sinónimo de mujer, es parte medular de su naturaleza que se demuestra no sólo en las grandes y engalanantes exposiciones, sino precisamente en la cotidianidad de su existencia histórica. Es el arte que se hace en la familia, en la vida laboral, en la vida sentimental, en la amistad y en el conjunto de la existencia misma. Un arte que generalmente no se reconoce debido a que se concibe en el plano frío e indiferente de la aparente “normalidad”. Y es que, si bien el ser humano no es una obra de arte, sí es un artista, o al menos lo es en potencia. La mujer en tanto, que históricamente ha enfrentado un complejo de adversidades, no ha tenido otra alternativa más que desarrollarse artísticamente, al lograr superar los obstáculos a través del trabajo creativo, arduo, incansable, característicamente estético y profundamente ético.

Si el sufrimiento en diversas coyunturas de la cotidianidad femenina se ha logrado canalizar en creación de obras artísticas tan significativas que plasman las realidades conformantes de la existencia de la mujer en el mundo, denunciando, interpelando, criticando, pero también proponiendo y construyendo, queda absolutamente claro que es precisamente la mujer en quien hoy la humanidad comienza a depositar la esperanza de un presente y un futuro mejor. Sin temor a equivocarme, debo confesar mi convicción de que el mundo y su cultura masculina, antropocéntrica, ha fracasado rotundamente. Las evidencias sobran. La mujer entonces, como sinónimo de arte, como polvo de estrellas es hoy, más que nunca, esperanza, quizá la única esperanza. Gotas de agua en un desierto asolador.

José Roberto Hernández Fuentes / Sociólogo

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