Valoran migrantes quedarse en México

CDMX.- El arranque del segundo mandato de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos ha dejado varados, entre la frustración y la incertidumbre, a cientos de migrantes que esperaban en México una cita para tramitar su ingreso legal a aquel país, al tiempo que ha interrumpido apoyos para organismos civiles que les brindan asistencia.
Y muchos de ellos se plantean ahora la disyuntiva de regresar a sus países o permanecer en México, con la esperanza de poder reemprender en algún momento su camino hacia EU.
El sacerdote Juan Luis Carbajal, director de la Casa del Migrante Arcángel Rafael -con sedes en Iztapalapa y Ecatepec- señala que luego de la ola masiva registrada en 2023 y 2024 en el inicio de este año se observa una disminución en el flujo de personas procedentes de otros países que arriban a México para intentar llegar al norte.
Recuerda en entrevista que la ola desbordó tanto a las autoridades como a los organismos civiles, entre ellos los albergues para migrantes operados por la iglesia católica.
El Gobierno de la Ciudad de México habilitó un albergue en Tláhuac, que llegó a enfrentar una demanda de hasta 4 mil 500 personas, señala, y su cierre provocó que cientos de migrantes quedará en situación de calle, generando tanto problemas de salud como reclamos de vecinos.
La Congregación de los Misioneros de San Carlos, los Scalabrinianos, explica, decidió por ese entonces abrir la Casa del Migrante en Iztapalapa, y luego la de Ecatepec.
Aunque fue diseñado como un espacio de corta estancia, indica, tuvo que adaptarse para atender una mayor demanda y por más tiempo.
“Ahora ciertamente está bajando el flujo, creo que por estas políticas de deportación, y claro, muchas personas que venían en camino ya no siguen, no van a llegar”, comenta.
“En estos momentos tenemos 185, 190 personas. Salen, entran. Ayer recibimos un grupo de 15 personas, con el huésped más pequeñito, de 12 días de nacido”.
La mayoría, detalla, procede de Venezuela, después de Colombia y de Centroamérica.
“Y hay muchos niños. Hubo un momento que teníamos hasta 60 niños, niñas, adolescentes. Ahorita tenemos alrededor de 35, 40”, apunta.
La aplicación CBP One, habilitada por las autoridades de EU para reducir la presión en la frontera con México, dando una opción para el ingreso legal a aquel país mediante una cita solicita vía electrónica, considera el sacerdote, representó un aliciente para muchos migrantes, en particular para los venezolanos, muchos de los cuales esperaron durante meses en México a que se les fijara fecha para ser atendidos.
“Una vez se cancela el CBP One, nosotros nos quedamos aquí casi con 25, 30 personas varadas que ya tenían su aprobación. Algunos de ellos ya tenían el boleto de viaje para la frontera cuando llega la cancelación. La alegría de tener ya la cita, o el llanto de alegría de tener la cita y de poder acercarse a la frontera, internarse al territorio de Estados Unidos, se volvió un llanto de tristeza”, relata.
“Y esto los hace cuestionarse de nuevo su proyecto de vida. Algunos de ellos están optando por el regreso voluntario. Algunos de ellos ya regresaron por sus propios medios o con la ayuda de sus familiares para el costo del boleto de regreso”.
Aunque muchos de ellos serían candidatos para solicitar asilo en México, no quieren quedarse en el País.
“La mirada de toda la población en esta casa estaba puesta en Estados Unidos”, remarca.
No obstante, plantea, hay también quienes valoran permanecer en México, sea porque, como muchos venezolanos, simplemente no pueden regresar a su país, o porque albergan la esperanza de que se reabrirá alguna puerta para llegar a EU.
“Algunos de ellos dicen nos vamos a quedar de forma irregular en México, vamos a seguir trabajando, nos vamos a rentar fuera de la Casa del Migrante, vamos a esperar que Trump sea más flexible y que probablemente haya alguna facilidad para integrarse, sea alguna visa humanitaria o el Quédate en México, por lo menos, para poder acceder a un trámite que les dé el permiso de entrar a Estados Unidos. Están algunos de ellos con esa esperanza”, señala.
Para el sacerdote, la opción de obtener asilo en México, además de poco atractiva, resulta tortuosa.
“¿Cómo es posible que tengan que ir hasta Naucalpan a hacer un prerregistro, después venir a Iztapalapa, a la Comar para continuar con el registro y presentarse cada 10 días para firmar? ¿Qué sucede con una mujer que tiene 4 niños, que no tiene ni 20 pesos y tiene que ir hasta Naucalpan, un lugar que no es de por sí seguro?”, cuestiona.
Y todo el asunto se complica, alerta, con la decisión del Gobierno de EU de cortar los fondos para ayuda internacional.
“La suspensión de ayuda financiera de Estados Unidos ha afectado a algunos de los albergues. ¿Por qué? Porque una institución nos daba una tarjeta para alimentar a las personas con fondos que, ciertamente, venían del Departamento de Estado”, detalla.
“Y estamos esperando a saber si Estados Unidos va a apoyar a la Organización Internacional para las Migraciones para la implementación del programa de retorno voluntario a sus países, como en algún momento se dio. Porque tenemos gente que ya quiere, está en la lista, esperando los vuelos humanitarios de regreso. Aquellos que no tienen la manera de comprar su boleto”.
Frustración
Malcom Aquiles, director de Incidencia en Políticas Públicas y Movilización de World Vision México, organización que, entre otras acciones, brinda apoyo a diversos albergues para migrantes, indica que muchas de las personas que quedaron varadas en el País siguen procesando las opciones que tienen.
“Hay un grupo que se vio afectado por la interrupción del servicio de CBP One. Son alrededor de 3 mil 500 personas que estaban a la espera de una fecha para su cita y han pasado por una etapa de frustración y de reflexión sobre como van a responder a este cambio de planes”, comenta.
“No dudo que algunos sigan teniendo la esperanza de que se reactive el servicio de CBP One, pero hay otros que definitivamente ya se están viendo en la necesidad de regresar a su territorio. Los que tienen la posibilidad, intentan incorporarse de alguna manera a generar ingreso dentro de las ciudades de la frontera o moverse a otra partes del País donde hayan identificado que las condiciones de vida son más adecuadas para ellos”.
Señala que no existe cifras oficiales que permitan dimensionar la problemática, pero sí testimonios de personas o ya se incorporaron al mercado informal, con un negocio propio, o a un trabajo con bajos salarios, jornadas largas, o personas que ya están solicitando incluso el apoyo para que sus hijos ingresen a la escuela.
Coincide también en el impacto de la suspensión de la ayuda internacional de EU.
“La decisión del Gobierno de Estados Unidos de realinear los recursos que iban dirigidos hacia la cooperación internacional ha implicado que se frenen o reduzcan sus acciones proyectos de atención a la población migrante. Se ha reducido la capacidad de servicio”, apunta.
En la actual circunstancia, subraya, hay que dar prioridad en las políticas públicas a atender el fenómeno migratorio, no sólo bajo criterios de seguridad nacional, sino como respuesta humanitaria.