Juicio Político

Los planes expansionistas de Trump: ¿una locura?

Vaya que el mundo tiene enfrente a uno de los más grandes comunicadores de la historia -incluso la no reciente-, porque, para empezar, las teorías de la comunicación, casi en su totalidad, estarían rebasadas por Donald Trump, que ha manejado a su antojo la agenda internacional.

Esa -parecida- loca idea expansionista, su afán de anexar a Estados Unidos algunos territorios clave para crear un mayor imperio económico y político, no están del todo descabellados, aunque las formas no están en ningún manual de la diplomacia.

Primero lanzó el petardo de que Canadá y México se convirtieran en los estados 50 y 51 de Estados Unidos; ahora puso en la agenda de los análisis, que la isla más grande del mundo, Groenlandia, sea adquirida por los norteamericanos, pero también ya colocó en sus prioridades sumar el canal de Panamá.

Poco antes de lanzar la oferta de compra de Groenlandia, propuso cambiarle el nombre al Golfo de México, para que sea denominado “Golfo de América”, como si se tratara de una calle, una avenida o una farmacia que cambia de dueño.

No es la primera vez que un presidente norteamericano busca comprar Groenlandia; en 1946, el presidente Harry Truman ofreció 100 millones de dólares en oro al Reino de Dinamarca para comprar la isla.

En 2019, la propuesta de Donald Trump en ese mismo sentido fue descartada por el gobierno danés. Este tipo de transacciones, aunque inusuales, tiene antecedentes históricos, como la compra de Florida y Oregón a España por parte de EEUU, o algunas más recientes, como la compra de mil kilómetros cuadrados a Tayikistán en 2011 por parte de China.

Es evidente que Trump busca convertir a Groenlandia en una segunda Alaska, por el que Estados Unidos pagó, en 1867, 7.2 millones de dólares a Rusia. ¿Por qué la obsesión de anexar Groenlandia a Estados Unidos?: por las riquezas que esconde que son, literalmente, incalculables.

Groenlandia hoy pierde, de acuerdo con los informes climáticos de los más serios investigadores, seis veces más rápido el hielo que hace 30 años y, de acuerdo con la NASA, si se descongela todo el hielo en esa isla, el nivel del mar subiría siete metros en todo el mundo. Ojo con este dato.

Ese deshielo facilitaría a Estados Unidos la extracción de petróleo, gas, uranio, oro, litio y tierras raras, fundamentales para la transición energética. Cuando el presidente electo

Donald Trump habla de seguridad nacional y libertad, como pretextos para comprar Groenlandia, lo que está diciendo es ir por los tesoros daneses más preciados.

Es evidente que esta estrategia, mediática por lo pronto, de Trump, es debilitar el mercado chino que utiliza la ruta de Groenlandia para sus transacciones internacionales.

¿Y qué tiene que ver México con todo esto? Las declaraciones del electo mandatario más poderoso del mundo iniciaron justamente con el amedrentamiento hacia los mexicanos y canadienses, amenazando con imponer aranceles del 25% si no frenan el ingreso de drogas (fentanilo especialmente) y combaten el flujo migratorio.

Desde los gobiernos de Dinamarca y de Panamá, ya le respondieron a Trump: “Groenlandia es nuestra. No estamos a la venta y nunca lo estaremos. No debemos perder nuestra larga lucha por la libertad”, dijo el primer ministro groenlandés, Múte Egede. La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, respaldó esa declaración en conceptos muy parecidos.

José Raúl Mulino, presidente de Panamá, declaró: “Pueden estar tranquilos, en nuestras manos se va a quedar el canal para siempre”, aseguraba recientemente el presidente panameño. “Es por nuestras manos neutrales por lo que las naciones no temen que un canal del nivel estratégico del de Panamá tome parte activa en ningún conflicto”.

Pero los ojos de Trump siguen puestos en México, un país al que se ha referido de forma peyorativa una y otra vez, cuando sabe que es su principal socio comercial. Aún así, su amenaza de deportación masiva sigue en pie y se espera, a menos de dos semanas para que asuma el poder, que lo haga efectivo.

De concretarse, Chihuahua es una de las entidades fronterizas que más va a resentir esa deportación porque a territorio chihuahuense llegarían no sólo originarios de esta entidad, sino de todo el país.

Donald Trump está imponiendo la agenda política internacional. Se ha convertido en uno de los más temibles comunicólogos porque, abre la boca, y hace temblar a las cancillerías una y otra vez. Por eso es la pregunta: ¿los planes expansionistas de Trump son una locura? A partir del 20 de enero sabremos si tenemos a un inminente invasor de soberanías o sólo quedará en la teoría de la comunicación agresiva. Al tiempo.

José Luis García

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