Mañana es Navidad, ¿y el festejado?

Un día, escuché al señor Magallanes, (+)- un hombre cuya vida fue congruente y fructífera-, citar la siguiente leyenda: En una casa se celebraba un festejo; uno a uno, llegaban los invitados y dejaban sus abrigos sobre una cama –tal vez hacía frío- hasta que se llenó la casa. Empezaron a degustar los alimentos y bebidas, y la plática se volvió amena. Todo eso, hasta que alguien preguntó ¿Y dónde está el festejado? Lo curioso, es que el niño estaba dormido en la misma cama donde colocaban sus atuendos, hasta quedar sepultado con la ropa, y no se habían percatado de ello.
Algo similar pasa en el mundo con los festejos de la navidad o Natividad: La gente se vuelca en compras para los regalos y provisiones de la cena navideña, y “pasarla bien” con sus familias. Quienes se han casado o residen en el extranjero, visitan a sus padres o hermanos, y todo eso está bien. Los dueños de negocios que venden ropa, juguetes, bebidas espirituosas y alimentos, se frotan las manos como Mr. Montgomery Burns, personaje de Los Simpsons – concesionario de la termoeléctrica: “¡Excelente¡ decía, al ver los picos de consumo.
Todo mundo festeja la navidad, pero, ¿Saben realmente el motivo? ¿Conocen el propósito de que Cristo haya venido al mundo? Lo paradójico de dichos festejos es que, quien es la causa de dichas fiestas, nació, vivió y murió de una forma totalmente contraria al sistema de valores del mundo.
Las escrituras sugieren que, José, el prometido de María, era un hombre pobre, tal vez de oficio carpintero como Jesús. El medio de transporte de los más pobres eran los asnos, hasta la fecha. Recuerdo que mi papá araba la tierra para la siembra con asnos, donde todos los demás usaban mulas.
Hubo un primer censo que menciona San Lucas, ya que el imperio romano estaba en su apogeo y todos debían pagar tributo. Así que, Cristo nació como siervo, tributario al gobierno de Roma.
José con María, la cual estaba embarazada, subió con su marido, de Judá a Belén, para ser empadronados; viajaron seguramente sobre un borrico, y estando allá sufrió, los dolores de parto, tal vez ocasionados por el viaje; no obstante, tuvo que dar a luz en un pesebre, entre los animales, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Esta profecía la cita el libro de Miqueas 5:2: “Pero tú Belén Efrata, a pesar que eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor de Israel; cuyos orígenes son desde el principio, desde los días de la eternidad.” Belén, significa, “Casa de pan” el lugar ideal para que allí naciera,” el pan vivo que descendió del cielo, y da vida al mundo”.
De acuerdo a las escrituras, el creador del universo, la tierra y todo lo que existe, no tuvo un lugar cómodo para nacer. No poseyó nada, todo lo tuvo de prestado desde la cuna hasta la tumba; muy diferente al mundo materialista y consumista que vemos hoy. Todos piensan en su propio beneficio y no en los demás. Cristo, enseñaría después que, la vida del hombre o la felicidad, no consiste en la abundancia de los bienes materiales que posee.
Cuando nació Jesús en Belén de Judea, gobernaba Herodes “el grande” el cual había hecho morir a su mujer Mariamme por supuesto adulterio y a sus hijos Alejandro, Aristóbulo, y Antípatro II, por temor a que le usurparan el trono. Era un hombre paranoico y malvado, del cual las escrituras registran que mandó matar a todos los niños de Belén y sus alrededores menores de dos años, cuando llegaron los magos o sabios del oriente a Jerusalén diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle. Esta profecía fue dicha por Balaam en Números 24:17: “Saldrá estrella de Jacob y se levantará cetro de Israel (…).
La Natividad o nacimiento de Cristo, es un hecho histórico incuestionable, que dividió el tiempo y la historia, y cuyas enseñanzas del Gran Maestro, nos debe motivar a ser mejores: dejar el mal camino, y aprender a hacer el bien; porque él haría volver, a través de Juan Bautista, el corazón de los padres a los hijos y de los hijos a los padres. Eso es lo importante de la navidad. Porque es mejor sopa de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio.
Lo demás es lo de menos.
Jaime Rodríguez Chacón