Juicio Político

Relación Estado-Federación, un nuevo comienzo

Gerardo Rodríguez Jiménez

Ciudad Juárez.- “La presidenta es una mujer muy intelectual, con experiencia y que se está rodeando de gente también muy capaz. Tiene carácter, no creo que se deje manipular por nadie. No será ningún títere. Ojalá cumpla lo que prometió, y realmente ayude a las madres que criamos a nuestros hijos a conseguir mejores oportunidades. Seguramente pondrá a trabajar a los mejores aspirantes en todos los puestos, porque ella no se va a fijar si una mujer es muy bonita nada más, como sucede en todos lados”, así se expresaba mi amiga Lety, una juarense nacida en Cuauhtémoc, cuando le pregunté su percepción de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum.

La semana pasada critiqué la propaganda populista, hoy es otra semana, y ahondaré en algunos aspectos positivos que se sienten después de la toma de procesión presidencial. La inauguración en la que nueva presidenta, Sheinbaum se coronó, fue históricamente simbólica en cuanto al nuevo poder femenino y, en cierta medida, me gustaron los objetivos propuestos. Siempre deben ser ambiciosos, y merecen el beneficio de la duda.
Más allá de lo vistoso y superficial, la inauguración y el discurso son parte de un parteaguas histórico del que todos los mexicanos nos podemos sentir orgullosos: tenemos una mujer como presidenta, y este momento será recordado por los libros de texto en todos los salones de clases que se interesen por la pedagogía Latinoamericana. Para enmarcar el fenómeno de la simbología del poder, siempre presente en los eventos oficiales de poder; al menos desde los tiempos monárquicos europeos; en donde se siguen mezclando los actos tradicionales ceremoniales de la Iglesia y el Estado al inicio de los reinados, el evento se destacó de nuevo por una tradición que Obrador inició en la toma de poder de presidentes mexicanos -al menos públicamente- osadía estratégica calculada en un pueblo orgullosamente mestizo aunque de mayoría católica. La nueva mandamás se dejó hacer una limpieza de aura al estilo indígena, parecida a la de su predecesor, con copal e inciensos; enalteciendo orgullosamente nuestras raíces espirituales precolombinas y vistiendo un vestido bordado por las manos expertas de las mejores artesanas de Oaxaca. En tiempos de la inquisición algo así hubiera generado la molestia de los dirigentes eclesiásticos, quienes seguramente hubieran criticado a las sacerdotisas mexicanas como “brujas” y a una mujer tan preparada como Sheinbaum como peligrosa para el establecimiento tradicional. Basta recordar a Sor Juana Inés de la Cruz, profunda e intelectual influyente que en sus tiempos solo pudo transcender dentro de las estructuras educativas de la Iglesia se pudo refugiar. La presidenta, de abuelos judíos, sin que esto influya para criticar su patriotismo o envergadura presidencial, con este acto se acerca, al igual que Obrador, a los pueblos milenarios originarios desde el inicio de su gestión. Muy al estilo de anteriores iconos como la célebre Frida Kahlo. Diferente, pero parecida.

La elaboración del fino vestido que la cubrió contaba una dramática historia, digna de ser transmitida por radio y televisión en vivo, pero no la repetiremos aquí porque, finalmente, es un detalle estético más. De un bellísimo color marfil aperlado. El atuendo terminó siendo, como siempre lo es con los famosos, un detalle femenino importantísimo en la toma -creo que todos entendemos esto-. La prenda fue elaborada por una mujer de origen oaxaqueño. ¡Ometeotl! Que en la lengua Náhuatl significa algo así como: te saludo en nombre del creador de todo; el único. Si profundizamos un poco, se define como la unidad que está en todo, en referencia a la dualidad humana. De Ome (dos) y Teotl (fenómeno). Podríamos escribir más sobre esta definición, pero así está bien por hoy. Su origen artesanal ancestral Mexica es inconfundible, pero al mismo tiempo, daba la impresión de incluir algunos rasgos europeos militares franceses en su diseño final. Una obra de arte sin duda, digna de nuestro país y bien portada. Ambos actos simbólicos que envuelven íconos siempre presentes en el subconsciente colectivo de nuestro país.
Las mujeres, no cabe duda, están hoy entre los puestos más destacados e importantes de nuestra nación y de nuestro estado chihuahuense. Para las que se incluyen en esa nueva generación de líderes, queda la responsabilidad que heredan surgida de las luchas de muchas generaciones anteriores, que apasionadamente se sacrificaron para ganarse la igualdad y respeto, en un mundo todavía dominado por el patriarcado militar industrial de las naciones más poderosas del planeta.
México y Chihuahua, ambos tradicionalmente territorios muy machistas, hoy traspasan estas barreras culturales y muestran una cara diferente, con líderes gobernantes féminas –aunque este hecho primero se logró en el estado grande de Chihuahua, y fue a través de otro partido, el PAN, de arraigo muy diferente a Morena-. Hoy podemos decir que los dos se encuentran entre la punta de entidades gubernamentales interesantemente equitativas en cuanto a género y poder se refieren. En Chihuahua, también, desde agosto pasado, tenemos a una presidenta de Congreso morenista: Elizabeth Guzmán. Otra mujer del mismo partido que empieza a ser más influyente porque que aspira a llegar a la alcaldía en la capital del estado es la diputada chihuahuense Brenda Ríos. Lo cierto es que los vientos de cambio en Chihuahua iniciaron mucho antes, al menos en cuanto a representación femenina.
Como vemos, a pesar de las grandes diferencias y polarización políticas entre un partido y otro -Morena vs PAN, en este milenio el mundo es testigo del progreso de la igualdad de género, y nuestras hijas (tengo cuatro nada más) pueden ser testigos que las cosas ya no son igual que antes.

Fue buena la petición que nuestra gobernadora Maru mandó a la cúpula; ya en repetidas ocasiones le ha hecho notar a la nueva presidenta su deseo sincero de solidarizarse, aprovechando su igualdad de género y luchas comunes para el beneficio de todos los que habitamos este estado norteño, alejándose de politiquerías. Ojalá negocien en beneficio real y no solo priorizando los intereses partidistas. Ambas líderes representan estilos e ideales de gobierno muy diferentes en teoría: izquierda, derecha, más control del gobierno, o menos; Liberalismo vs. Conservadurismo, pero al final, estas aparentes diferencias seguirán existiendo en todas las democracias, esperemos que no sean tan marcadas para ahuyentar otra vez el sentido común y empiece una nueva relación estado-nación. Confiamos que las dos líderes se enfoquen en utilizar los siguientes años en el beneficio real de todos por acá, y que lo logren poniéndonos a todos los hombres un gran ejemplo.
Si mi mamá estuviera viva, seguramente tendríamos una conversación como la que tuve antier con mi amiga, de quien soy testigo ha sido, y sigue siendo una educadora doméstica y trabajadora incansable; y quien, como prueba de su esfuerzo, se manifestó en la calidad del producto de sus frutos: sus hijos. Uno médico especialista e investigador biológico, y otro; abogado, analista y político. En hora buena para México y todas nuestras mujeres, a quienes dedico este artículo con humildad. Que este sea un nuevo y próspero comienzo más para México.
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