Trilogía de la muerte: salud mental, adicciones, estrés

Teporaca Romero del Hierro
“Muero porque no muero”. Ayúdame me estoy muriendo.
Suicidios, depresión y adicciones, la trilogía de la muerte joven. A quince días de concluir el presente sexenio, la tasa de suicidios en niñas, niños, adolescentes y jóvenes cierra con un aumento del 20 por ciento, y detrás de cada suicidio hay 20 intentos, el primer capítulo de la 4T, deja una herencia dolorosa; la nueva mandataria debe tomar la salud mental como un tema prioritario en la agenda pública, reconocer que es un problema de salud pública. Nuestr@s jóvenes se debaten entre la vida y la muerte.
Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, fecha que busca sensibilizar a la población sobre la importancia de hablar abiertamente del tema y proporcionar apoyo a quienes lo necesitan. Las campañas en torno a esta fecha se enfocan en reducir el estigma asociado con el suicidio y los trastornos mentales, fomentar el diálogo y recordar que siempre es posible pedir ayuda, ya que la prevención es clave para salvar vidas. Poner en práctica el “Hablar de suicidio, cambiar la narrativa”.
Para ello, según expertos, debemos dejar atrás los mitos, el señalamiento, es de suma importancia no etiquetar a alguien como “suicida”, ya que esto refuerza el estigma, se debe hablar de “personas con riesgo de suicidio”. Otro error es creer que quienes intentan suicidarse solo están buscando atención, las personas con comportamientos de riesgo suicida sienten un fuerte malestar emocional y es un grave error minimizarlo, con ello se puede incrementar el riesgo. En estos casos, el acceso a apoyo emocional oportuno puede ser crucial para prevenir el suicidio.
Además, se piensa que la mayoría de los suicidios ocurren sin señales previas, cuando en realidad el 80% de las personas que se suicidan han mostrado signos de advertencia verbal o conductual. Es por eso que es vital aprender a reconocer estos signos. Otro mito es que sólo las personas mayores se suicidan, cuando los hechos nos hablan de otra realidad. Estos mitos dificultan la prevención y comprensión del suicidio, por lo que es fundamental abordarlos con información precisa y empática.
Es importante aclarar que los transtornos mentales no se producen por debilidad emocional, no son propios de personas sentimentales que exageran las emociones, ni mucho menos afectan a personas perversas. Son enfermedades y deben tratarse como tal, no basta con hacer el esfuerzo de cambiar, ni proponerse forjar un carácter más fuerte; los síntomas son consecuencia de una alteración biológica en las sustancias que regulan el funcionamiento cerebral. Si una enfermedad del corazón puede hacer que el paciente tenga dolor en el pecho, una enfermedad de la mente hace que el paciente piense de manera extraña, perciba cosas que discrepan con la realidad y/o actúe de forma singular, intimidante o graciosa. Los síntomas se presentan de manera diferente pero ambos padecen un problema de salud y requieren de tratamiento.
El tabú es desconocimiento, por ello informemos a la población para ayudar a quienes gritan AUXILIO de forma silenciosa. Hay muchas personas que cuando empiezan a notar sus síntomas sienten temor de consultar a un especialista, por miedo a ser rechazad@s o subestimad@s por quienes conforman su entorno social, esta actitud discriminatoria dificulta el temprano diagnóstico y el adecuado tratamiento.
El reto es diseñar y ejecutar políticas públicas integrales eficaces, donde todos como sociedad seamos parte de la solución, tal como indica el lema, HABLEMOS, cambiemos la narrativa, estemos atentos, alertas a cualquier indicador, dialogemos con apertura, amor, confianza, fe, la activación física y la cultura abonan al desarrollo de la mente. Escuchar significa “estar presente”, ser capaces de aguantar los silencios sin llenarlos de frases huecas. Por una sociedad sana, Sumemos Voces.