Juicio Político

Elecciones presidenciales en Estados Unidos

Sixto Duarte

El próximo martes tendrá lugar la elección en Estados Unidos. En este proceso se elegirá al cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Evidentemente, este es un evento que tiene los ojos del mundo encima. Por más lejos o cerca que un país se encuentre, la decisión respecto al gobierno de Estados Unidos incide en prácticamente todo el mundo, especialmente a partir del fenómeno de la globalización.

Si bien hay varios candidatos registrados (del Partido Libertario, entre otros partidos menores) la realidad es que los dos únicos candidatos con posibilidades reales de triunfo son la vicepresidente demócrata Kamala Harris y el expresidente republicano Donald Trump.
El sistema electoral en Estados Unidos es distinto a la mayoría de los sistemas electorales democráticos en el mundo. En Estados Unidos cada Estado tiene un cierto número de votos en el Colegio Electoral, que es el órgano que elige al presidente. Este número de votos se asigna según la población de cada Estado de conformidad con el censo. En la actualidad, el Colegio Electoral consta de 538 votos distribuidos en los cincuenta Estados y el Distrito de Columbia. El Estado que tiene más votos en el Colegio Electoral es California (54) y los que menos son Alaska, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Distrito de Columbia entre otros (3).

Este sistema implica que cada Estado organiza sus elecciones presidenciales, y el candidato presidencial que gane el voto popular en ese Estado (sea por un voto o por un millón) se lleva todos los votos del Colegio Electoral de esa entidad.
Con este sistema, existe el riesgo que el presidente electo por la mayoría de los votos del Colegio Electoral no sea el presidente que haya ganado el voto popular. Donald Trump (2016) y George W. Bush (2000) son ejemplos de ello.
Bajo esta misma lógica, hay Estados que claramente se inclinan por un determinado candidato o partido. Por ejemplo, California es tradicionalmente demócrata, justo como Texas es tradicionalmente republicano. Por ello, los candidatos no se enfocan en los Estados definidos, sino en aquellos que son claves para ganar votos del Colegio Electoral. Esto sigue un raciocinio básico: por más campaña que un candidato demócrata haga en California, de cualquier forma ganará; lo mismo si hace campaña en Texas, lo más probable es que pierda. Sucede igual a la inversa.
Por tanto, las baterías de los candidatos se enfocan en los Estados que no están definidos como demócratas (azules) o republicanos (rojos) con tal de sumar más votos del Colegio Electoral.

En este proceso, aquel candidato que obtenga 270 votos del Colegio Electoral será el próximo presidente de Estados Unidos. Según los últimos sondeos, los demás Estados ya están claramente definidos. El Partido Demócrata contaría actualmente con 226 votos del Colegio Electoral, mientras que el Partido Republicano tendría 219. Bajo esta lógica, la Presidencia de Estados Unidos se definirá en Nevada (6), Pensilvania (19), Carolina del Norte (16), Wisconsin (10), Georgia (16), Arizona (11) y Michigan (15).
Según los últimos sondeos publicados por el Washington Post, Kamala Harris encabezaría las preferencias en cuatro de estos siete Estados (Nevada, Pensilvania, Wisconsin, y Michigan) mientras que Trump encabezaría las preferencias en Carolina del Norte, Georgia, y Arizona. Siguiendo esta tendencia, Kamala Harris ganaría la elección con 276 votos del Colegio Electoral.
Sin embargo, en estos Estados las encuestas se encuentran todas en el rango del margen de error, por lo que nada está definido en esta elección. Parecería que la joya de la corona sería Pensilvania, pues de los Estados que definirán la Presidencia es el que cuenta con mayor número de votos en el Colegio Electoral. Kamala Harris encabeza las preferencias por menos del 1% en dicho Estado, sin embargo, Trump ha ganado terreno en esa entidad en la última semana, aumentando casi medio punto en las preferencias electorales de dicha entidad.
Al margen del resultado del próximo martes, lo cierto es que seguramente el resultado será controvertido por Trump (en caso de que no le favorezca). Parecería que Trump ya es un asiduo emulador de la narrativa de López Obrador que siempre argumentaba que lo habían robado en las elecciones. Sucedió en 2020, y las señales que ha enviado confirman que lo volverá a hacer de ser necesario.

En Pensilvania (Estado que ganó Trump en 2016 y perdió en 2020 frente a Joe Biden) los números se encuentran divididos. El voto rural se encuentra a favor de Trump con cerca de las dos terceras partes de las preferencias, mientras que el voto urbano se encuentra a favor de Harris en la misma proporción. Sin embargo, las alarmas para Trump se han encendido en virtud que, si bien encabeza las preferencias en las zonas rurales, las mismas se han reducido respecto a los procesos de 2016 y 2020.

Durante las elecciones presidenciales de 2016 y 2020, Donald Trump agarró a México de piñata, azuzando así a su electorado más radical. Esto desde luego que hirió a los mexicanos, pues a nadie le gusta que le llamen delincuente, como lo hizo Trump en varias ocasiones.
En esta ocasión, Trump ha continuado con su retórica antiinmigrante. Kamala Harris ha sostenido las mismas posturas respecto a la inmigración en Estados Unidos. Parece que en el tema de la frontera sur, ambos candidatos coinciden. Kamala, por un lado, ha dicho que se cerrará la frontera a la inmigración ilegal (un discurso tradicionalmente republicano), mientras que Trump ha dicho que los inmigrantes legales serán bienvenidos (un discurso tradicionalmente demócrata). De una u otra forma, ambos candidatos han rechazado la inmigración ilegal, situación que es ya un problema político en Estados Unidos. Por parte de Kamala, este es un guiño al electorado antiinmigrante (con el ánimo de ganar Arizona) mientras que Trump le está haciendo un guiño a los electores menos radicales. Es lógico, nadie quiere que se viole la ley de inmigración. De ahí es que ambas posturas se han moldeado al momento político.

Respecto a la relación con México, parecería que fuera del tema de la migración y del fentanilo, no hemos sido relevantes en este proceso electoral. La degradación institucional de México, junto con el desorden interno de un gobierno corrupto e inepto (como el de AMLO y el que inicia de Sheinbaum) nos ha relegado y aislado de la narrativa geopolítica regional.
Tradicionalmente, se dice que los demócratas son más amigables que los republicanos en su discurso respecto a México, pero que a México le termina yendo mejor con gobiernos republicanos. En la actualidad no tengo certeza de que sea así.

En la agenda para México viene la renegociación del T-MEC (USMCA) en 2026. Se antoja complicado que habiendo sido Donald Trump quien negoció ese tratado en 2018, pretenda renegociarlo drásticamente. Si bien ha anunciado que habrá renegociación, su narrativa no siempre coincide con los hechos.
Por otro lado, Kamala Harris fue una de las 10 senadoras que votaron en contra del T-MEC (USMCA) cuando el Senado lo ratificó. Es claro que teniendo esa postura de antecedente, la renegociación sí sería más profunda bajo el gobierno de Harris.
Aunado a lo anterior, Canadá tendrá elecciones a finales de 2025 (si es que no se adelantan las elecciones) por lo que esto también incidirá en ese proceso de la renegociación del acuerdo comercial.
A pesar de no haber sido relevantes durante la elección, en la medida que México siga siendo un país violento, sin garantías de independencia judicial, y sin controles migratorios definidos, será un problema para Estados Unidos. A nadie le gusta tener un vecino ruidoso y conflictivo. Lo que sucede actualmente en México evidentemente afecta a la inversión norteamericana, una de las principales fuentes de empleo del país.
Estimo que a Trump le importará poco lo que sucede en México a partir de la reforma judicial, en la medida que no se afecte a la inversión norteamericana. Para Trump, siempre y cuando México siga siendo un muro migratorio, lo que suceda en México será una de sus últimas preocupaciones. Con Harris estimo que puede ser diferente. A pesar de ello, es importante recordar que los países no defienden valores, sino intereses. El martes veremos con mayor precisión que viene para nuestro país para los próximos cuatro años respecto a nuestros vecinos.

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